Rafa Nadal, el hombre que no necesita alas para volar

Escrito por José Miguel Muñoz. Creado en Más Deportes, Más Fútbol, Nuestros números 1

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Hablar de Rafa Nadal es hacerlo de una máquina de ‘matar’, del mejor deportista español de todos los tiempos y uno de los tres mejores del mundo. Uno de esos espejos en los que poder mirarse.

La Bestia suma y sigue porque su hambre de triunfo y su carácter competitivo no dan margen a la relajación. Da igual que pierda el primer set 0-6 porque su rival es consciente que tiene enfrente a una ‘máquina’ de nombre Rafa y de apellido Nadal creada para ganar y como toda ‘bestia animal’ herido es aún más mortal de necesidad.

Por ello, lo de ayer en el Open USA no es más que una nueva muestra, un regalo para el gran aficionado al mundo del tenis, como mi cuñado Luis Martín, que no duda poner el despertador a las tres menos cuarto de la madrugada, para sentarse en el sofá y comenzar a disfrutar. Porque ver a Nadal es como disfrutar con una composición de Bethoven, como una canción de Sinatra o con una de esas obras maestras del mundo del cine.

Es uno de esos orgasmos deportivos que nos hacen vibrar sin necesidad de nada más que una televisión, un sofá y… cuatro horas y cuarenta y nueve minutos del mejor tenis del mundo. Sí, cerca de cinco horas más para acumular en los maratonianos partidos de este genio disfrazado de tenista y con licencia para enamorar con ese tenis que le han alzado al Olimpo de los dioses.

Otro partido de leyenda, 0-6, 6-4, 7-5, 6-7 y 7-6, o lo que es lo mismo otra épica del tenista español. Enfgrente no estaban Federer, Djokovic ni ninguno de esos monstruos del mundo del tenis del nivel de Nadal, pero sí había uno de esos tenistas de los que en breve comenzaremos a escuchar mucho su nombre: Dominic Thiem, un austriaco tan guerrero como nuestro toro español que dio guerra y de la linda al número 1 del mundo, el rival a batir para grandes y pequeños.

Rozando las cinco horas llegaba el injusto final del partido, tan injusto como si el ganador hubiera sido Thiem, porque ganara quien ganara y perdiera quien perdiera, no habría sido justo ya que ambos contendientes hicieron méritos sufiucientes para haber logrado el pase a las semifinales. E injusto porque un partido como el que nos han regalado Rafa Nadal y Dominic Thiem no debería terminar nunca, quedando grabado de por vida en nuestras retinas.

El duelo entre un vendaval austriaco con un arsenal de pólvora en derecha que castigaba una y otra vez a un impotente Nadal que veía como recibía un set en blanco, algo que sólo había ocurrido en 15 ocasiones (cuatro en Grand Slam) en sus 17 años de su trayectoria profesional. Pero un nivel tan alto ante el número 1, que siempre responde, no era fácil mantenerlo y eso es lo que le ocurrió a Thiem, que fue bajando su gran porcentaje en los servicios, algo que Nadal aprovechó para replicar.

Comenzó a resurgir el ‘Ave Fénix’ Nadal para sacar como siempre su mejor tenis y esa garra y bravura del Toro español que por algo es la imagen corporativa del manacorí, resurgía como en sus más memorables tardes. Comenzó Nadal a soltar su derecha lo que invitaba a la rendición de Thiem, que a sus 25 años sigue creciendo, pero no fue así, el austriaco llegaba muy vivo hasta el final del partido forzando el quinto y definitivo set y la muerte súbita para dilucidar quien saldría victorioso.

Llegaba la hora de la verdad dejando escapar Thiem una situación límite, pudiendo romper con el 2-2 y tres más con el 5-5. Pero el austriaco tenía enfrente al Rey del cuerpo a cuerpo, el que más y mejor supera las situaciones límites, Nadal en estado puro: capaz de sobrevivir a un alud de 74 golpes ganadores, 18 aces, un set en blanco y una derecha demoleadora, para firmar ambos el partido más largo del Open USA. Un partido digno a la que podría haber sido gran final.

Con ustedes Rafa Nadal, el hombre que no necesita alas para volar.

Texto: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ @tara11iker

Foto: El Confidencial y El Mundo