Mucho se ha hablado de un tiempo a esta parte del conflicto existente entre la selección española de fútbol femenina y el seleccionador Jorge Vilda pero ¿qué hay detrás de toda esta encrucijada donde pierde España?
Qué ocurre en la selección española femenina? ¿Porqué con el auge que ha tenido el fútbol femenino se habla más de la polémica con el seleccionador que del buen bagaje de las nuestras? ¿Porqué hasta ahora nadie ha hablado claro de lo que realmente sucede en el seno de la selección? Federación, seleccionador, jugadoras… ¿Qué es lo que pasa realmente? ¿Qué es lo que piensa cada parte? ¿Porqué la que es una de las mejores selecciones de fútbol femenino no disfruta como debiera de un deporte que le apasiona?
Porque hemos oído muchas versiones vacías o incompletas, muchas verdades a medias, mucha mentira piadosa en lugar de verdades dolorosas. Se piden cambios en la selección, un día nos venden una historia y casi sin tiempo para analizar otra bien distinta. Brilla lo extradeportivo, en lugar de ese pasado, presente y futuro muy brillante en la parcela que realmente gusta y se disfruta: la deportiva.
Las internacionales alzaron la voz pero no de la forma necesaria, con claridad y sin filtros, llamando a las cosas por su nombre y dejando como única opción a la réplica por parte de la Real Federación Española de Fútbol, que tampoco se ha mojado excesivamente a la hora de responder o poner fin a un conflicto que no debería haber existido nunca.
Evidentemente sería un error buscar comparaciones entre el fútbol masculino y el femenino, porque aunque en muchas cosas las hay, las diferencias a día de hoy siguen siendo abismales. Basta mirar los sueldos de uno y otro para no tener que ahondar aún más en la herida. Nos movemos en una escena distinta y con otros protagonistas aunque un mismo objetivo: seguir creciendo personal y profesionalmente, lograr éxitos con sus equipos y sus selecciones y conseguir el respeto máximo en una profesión que además es una pasión.
Pero vayamos por partes. Las internacionales demandan una mayor profesionalidad en la selección, sino la misma, sí similar a las que tienen en sus clubes con unos métodos y filosofía de trabajo variada y no monótona y repetitiva como en la selección. Entienden que las exigencias en el trabajo deben ser aún mayor para que los éxitos vayan en consonancia a los esfuerzos realizados y si bien es cierto que los números de Jorge Vilda al frente de la selección han sido buenos, también es cierto que en las grandes citas dejaron mucho que desear para una selección del potencial de España.
La experiencia de Jorge Vilda es escasa. Entrenó en el Canillas antes de llegar a la RFEF donde su padre entrenaba a la selección sub-19. Tras el cese de Quereda en 2015 y tras haber pasado por categorías inferiores asumió la dirección deportiva y el cargo de seleccionador. Y casi lo mismo ocurre con su equipo de trabajo… Eso creen las internacionales, acostumbradas en sus clubes a una profesionalidad y exigencia máxima, que se nota.
La pasada Eurocopa fue un ejemplo de que hay un techo que se ha alcanzado en las grandes citas de la selección, y la ambición personal y profesional de las futbolistas españolas piden más y entienden que con el actual seleccionador y cuerpo técnico nunca se logrará. Y si han alzado la voz ha sido para que se pueda poner fin a esta situación y no repetir fracasos en el Mundial del próximo verano ni en el clasificatoria para los Juegos Olímpicos de 2024.
Jorge Vilda renovó como seleccionador por un montante económico de 500.000 euros anuales, según anunció Onda Cero, siendo su bagaje de en sus 90 encuentros oficiales de 60 triunfos, 15 empates y 15 derrotas con un total de 255 goles a favor por 46 en contra. Números muy destacados pero que no terminan de estar en consonancia cuando realmente importa: en las grandes competiciones donde España de su mano, dos Eurocopas y un Mundial, no sólo no ha ganado nada sino que siempre pasó con más pena que gloria sin pasar una sola eliminatoria y siendo incapaz de ganar a selecciones como Estados Unidos, Alemania, Francia o Suecia.
Esto unido a las sensaciones de las seleccionadas dejan a Jorge Vilda en entredicho por no saber transmitir su filosofía de trabajo a unas internacionales que ante la falta de un referente en el banquillo toman el mando en el terreno de juego haciendo de su propia creatividad su patrón de juego, algo que a título individual puede llegar a gustar pero que en un juego de equipo deja mucho que desear al no ser la mejor arma para triunfar como bloque por encima de las individualidades.
Este punto es tan llamativo como que en la última Eurocopa las propias jugadoras se reunieron para definir un patrón de juego unificado algo que no gustó a Vilda y su cuerpo técnico. El seleccionador no empatiza con las demandas de sus jugadores y eso hace que el ‘feeling’ sea más bien escaso y que la pérdida de confianza en ambas partes sea total provocando que jugadores que son estandartes en sus clubes no brillen de la misma forma en la selección.
El vestuario no va en la misma dirección, no por ideologías políticas de comunidades, sino porque hay jugadores que no entienden que sean seleccionadas algunas futbolistas que apenas juegan en sus respectivos clubes, o que se cambie de demarcación a otras que en sus respectivos puestos están entre las mejores del mundo. Todo ello unido al carácter y decisiones del seleccionador, que según algunas internacionales ha provocado ansiedad en algunas compañeras, las ausencias de Jenny Hermoso o Nerea Eizaguirre en la Eurocopa o que Damaris Egurrola optara por jugar finalmente en Países Bajos…
En definitiva, las jugadoras quieren recuperar ese ADN competitivo y de máxima exigencia que tienen en sus clubes y que entienden que el seleccionador ha rebajado, como hizo en la Eurocopa, quizás para restar presión pero sin que le gustara a sus futbolistas, al igual que no haya capacidad de autocrítica y siempre se señale a las jugadores y no al banquillo.
Por último, las internacionales entienden que el apoyo al fútbol femenino es más de cara a la galería por obligación, debido al crecimiento y profesionalidad del mismo, que por propia convicción y lo refuerzan en el hecho de que desde la Real Federación Española de Fútbol no se haya apostado como hicieron otras grandes potencias del fútbol femenino (Alemania, Suecia, Dinamarca, Francia, Inglaterra…) en organizar una gran competición internacional.
Y si a todo eso le unimos que sus partidos son en la Ciudad Deportiva de Las Rozas, apaga y vámonos…
Por: JOSÉ MIGUEL MUÑOZ @tara11iker
Foto: David Vicente – Selección Femenina