SUMA Y RESTA. Por Juan Medrano.
Desde hace varias temporadas no observaba en un partido frente a un grande que se cumplieran estas dos palabras que dan título al artículo. Últimamente existía una gran diferencia entre los dos equipos dominadores de nuestra liga y el Sevilla FC según reflejaba el marcado final, al terminar los encuentros me quedaba la sensación que nuestros técnicos tiraban los partidos, se sentían inferiores desde el comienzo de la semana, incluso en algunos reservábamos jugadores importantes dando la impresión que lo trabajado solo consistía en intentar defender un marcador inicial sin ninguna convicción de luchar por una victoria.
Del partido del sábado me quedo con la resta de las virtudes del contrario y con la suma de las capacidades que pueden ofrecer nuestros jugadores. Siempre pensé que anular al rival no suponía inhabilitar a tus propios futbolistas. Míchel planteó un partido donde se cumplían ambas cosas, desactivó el juego del equipo oponente con una gran presión en el centro del campo donde acumuló hasta cuatro jugadores no dejando tocar con claridad al conjunto madrileño, evitando un juego fluido y desbaratando todas las posibles conexiones entre los jugadores de mediocampo y los atacantes. El balón no llegaba a los delanteros produciendo un efecto positivo, puesto que, para tocar la pelota se tenían que alejar del área.
El entrenador desarrolló en el campo un dibujo táctico donde aprovechó al máximo lo positivo que ofrece cada componente del equipo que formó parte del once inicial. Entendió a la perfección que la banda derecha era primordial en el ataque y colocó a Médel escorado a esa zona para realizar las coberturas cuando se proyectaba en ataque el lateral, además, liberaba a Navas de las tareas defensivas, partiendo siempre por delante de Marcelo cuando iniciábamos el ataque, dando como fruto varias contras peligrosas. Al desplazar al chileno situó a Maduro en el centro, futbolista que equilibro el juego defensivo no perdiendo nunca la posición. La banda izquierda la dejó más despoblada sin extremo cayendo Negredo y dejando espacio libre en el centro para la subida de Rakitic como se comprobó en una de las jugadas donde falló el pase final. Otro aspecto importante fue el amplio repertorio de jugadas a balón parado donde obtuvimos el gol.
Míchel exhibió a lo largo del encuentro un trabajo minucioso donde todo estaba preparado, realizó diferentes modificaciones a lo largo del partido, respondiendo de forma inmediata a cualquier rectificación realizada por el contrario. Adaptó el equipo a los cambios realizados por el Real Madrid en el descanso con la entrada de Lucas Modric, pasando a jugar Médel más centrado y retrocediendo la posición de Navas. Acertó plenamente en los cambios, realizándolos en el momento justo permitiendo mantener un nivel físico alto desde el pitido inicial hasta el final.
Podemos resumir que Míchel fue capaz de aunar en dos cualidades que aportaron al equipo entrenadores anteriores que auparon al Sevilla FC a los puesto importante de las diferentes competiciones. El técnico logró inculcar esas ansias por el triunfo basándose en la garra y el esfuerzo que transmitía Manolo Jiménez a sus hombres, además de controlar y manejar el tiempo del partido con una lectura adecuada en cada situación como sucedía en la etapa de Juande Ramos. Con todo lo argumentado ganó el equipo y el entrenador, el sevillismo salió del estadio con el autoestima subido.
Por último, señalar que el equipo es el único que con su juego y sus triunfos puede solventar los conflictos porque el sábado se confirmó de nuevo que el protagonismo está en el terreno de juego y cuando esto se produce todos los estamentos del club se ponen de acuerdo, se dejan de escuchar improperios e insultos y mi estadio se convierte en una casa de futbol aunque le duelan a muchos que solo quieren y viven de la polémica.
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